by
9:19 p.m.
0
comentarios
anita
argentina
biografía
castellano
ciudad
entre ríos
escritura
español
historias
Literatura
nacional
país
papel higiénico
paraná
poesía
provincia
reflexión
santa fe
textos
vidas
Hace algunos años, trasladaron al laburo a una mina nueva.
No era nueva, iba ser gerente; pero nosotros no la conocíamos. Nadie sabía
mucho... De hecho, ni siquiera sus ex compañeros del anterior local…
Era rara. Sí, “rara”, “extraña”, diferente, difícil de
clasificar…
La tipa era joven, de nuestra edad más o menos (21 o 22 años
por aquél entonces) y no justamente fea pero tampoco canónicamente linda. Pero
en todo lo que era agradable a la vista de ella había algo de forzado, de
fingido, de agregado, de artificial, plástico, incómodo, y caro… Era como si
toda su belleza, poca o mucha, fuera falsa y costosa.
Su pelo colorado no parecía natural, pero jamás de los
jamases tenía una mínima raíz del supuesto color original. Sus ojos celestes
eran dudosos, pero si eran lentes de contacto... no se los sacaba nunca; nunca de
los nuncas. Usaba ropa cara pero con un polémico criterio de combinación de
prendas y elección de colores. Era seductora, no siempre sutil pero jamás “excesivamente
entregada”. De rojo total, blanco total, negro total, y siempre exhibiendo algún
retazo de piel cercano a alguna “zona crítica”.
A las pibas no les caía bien. Los argumentos eran: “mal
gusto para vestirse”, “necesidad de llamar la atención todo el tiempo”, “se
hace la importante”,etc. “Se hace la colorada y debajo de todo el disfraz debe
haber una negra cualquiera”- escuché una vez. “Desde que llegó esa, los vagos
están re pelotudos”- fue uno de los comentarios más sinceros que hubo sobre el
tema y, uno de los más claros sobre el verdadero motivo de tanta indignación.
A los pibes, en cambio, no les importa mucho lo que la tipa
hacía, o no se daban cuenta. Ellos sólo interrumpían absolutamente cualquier
cosa que estuvieran haciendo y se arrimaban a verla llegar, en silencio, todos
juntos.
Pero Anita no le daba bola a nadie. Era simpática, pero distante;
amable pero un tanto melancólica; laburadora y callada. Capaz fuera cierto que
era un poco provocativa, pero a la vez también era bajo perfil…
Pero repentinamente corrió la noticia de que Anita había renunciado.
Los pibes, perplejos; las minas, felices.
Si bien nunca la vi muy contenta ni siquiera al menos cómoda con su
ascenso; tampoco esperé que
consiguiera un laburo mejor justo cuando le habían dado un ascenso… Dudé
incluso de que haya conseguido otro laburo…
Hace unos días, después de varios años, me crucé con una
chica en el bondi, de rasgos muy
parecidos a los de Anita, pero con pelo castaño oscuro, ojos marrones y
vestimenta muy casual, para nada ostentosa ni provocativa. La miré para
saludarla, pero parecía querer evitar que le vea la cara…
Miré para otro lado, la dejé tranquila, y me quedé pensando:
¿serás Anita…? ¿Y si sos Anita, qué cosas te pasarán por la mente?¿Por qué
serás tan reservada…? ¿Por qué no pude acercarme, ni siquiera yo que no te
juzgaba ni te acosaba…?
Definitivamente, cada persona es un mundo.


0 comentarios:
Publicar un comentario