Anita

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Hace algunos años, trasladaron al laburo a una mina nueva. No era nueva, iba ser gerente; pero nosotros no la conocíamos. Nadie sabía mucho... De hecho, ni siquiera sus ex compañeros del anterior local…
Era rara. Sí, “rara”, “extraña”, diferente, difícil de clasificar…
La tipa era joven, de nuestra edad más o menos (21 o 22 años por aquél entonces) y no justamente fea pero tampoco canónicamente linda. Pero en todo lo que era agradable a la vista de ella había algo de forzado, de fingido, de agregado, de artificial, plástico, incómodo, y caro… Era como si toda su belleza, poca o mucha, fuera falsa y costosa.
Su pelo colorado no parecía natural, pero jamás de los jamases tenía una mínima raíz del supuesto color original. Sus ojos celestes eran dudosos, pero si eran lentes de contacto... no se los sacaba nunca; nunca de los nuncas. Usaba ropa cara pero con un polémico criterio de combinación de prendas y elección de colores. Era seductora, no siempre sutil pero jamás “excesivamente entregada”. De rojo total, blanco total, negro total, y siempre exhibiendo algún retazo de piel cercano a alguna “zona crítica”.
A las pibas no les caía bien. Los argumentos eran: “mal gusto para vestirse”, “necesidad de llamar la atención todo el tiempo”, “se hace la importante”,etc. “Se hace la colorada y debajo de todo el disfraz debe haber una negra cualquiera”- escuché una vez. “Desde que llegó esa, los vagos están re pelotudos”- fue uno de los comentarios más sinceros que hubo sobre el tema y, uno de los más claros sobre el verdadero motivo de tanta indignación.
A los pibes, en cambio, no les importa mucho lo que la tipa hacía, o no se daban cuenta. Ellos sólo interrumpían absolutamente cualquier cosa que estuvieran haciendo y se arrimaban a verla llegar, en silencio, todos juntos.
Pero Anita no le daba bola a nadie. Era simpática, pero distante; amable pero un tanto melancólica; laburadora y callada. Capaz fuera cierto que era un poco provocativa, pero a la vez también era bajo perfil…
Pero repentinamente corrió la noticia de que Anita había renunciado. Los pibes, perplejos; las minas, felices.
Si bien nunca la vi muy contenta ni siquiera al menos cómoda con su ascenso; tampoco esperé que consiguiera un laburo mejor justo cuando le habían dado un ascenso… Dudé incluso de que haya conseguido otro laburo…
Hace unos días, después de varios años, me crucé con una chica en el  bondi, de rasgos muy parecidos a los de Anita, pero con pelo castaño oscuro, ojos marrones y vestimenta muy casual, para nada ostentosa ni provocativa. La miré para saludarla, pero parecía querer evitar que le vea la cara…
Miré para otro lado, la dejé tranquila, y me quedé pensando: ¿serás Anita…? ¿Y si sos Anita, qué cosas te pasarán por la mente?¿Por qué serás tan reservada…? ¿Por qué no pude acercarme, ni siquiera yo que no te juzgaba ni te acosaba…?

Definitivamente, cada persona es un mundo.

Unknown

Sobre el "Autor" (ponele)

Soy Pablo Ríos. Estudio Comunicación Social, me especializo en podcasting y realización audiovisual; y me estoy introduciendo en el mundo de las narrativas transmedias. Escribo en éste y otros dos blogs más: “Unos Pibes Reflexivos” y “Heroína Poética” (.blogspot.com). Si te copa quedar en contacto, buscame en Twitter e Instagram como @riospablojavier.

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