uno, DOS

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Monzón saltaba encima del escritorio. Leguizamón caminaba sobre las mesas. El pibe que siempre tenía los ojos rojos golpeaba las paredes con las palmas. No me acuerdo quiénes más estaban, ni qué estaban haciendo, pero sí me acuerdo que todos hacían mucho ruido, disfrutando ese breve instante de anarquía y de revolución hormonal adolescente.
Pero todos, absolutamente todos, se quedaron quietos en el mismísimo instante en que escucharon, a lo lejos, el primer paso de un caminar aborcegado, dispar y firme.
Un paso leve, casi inaudible; el otro, pesado, sonoro y rotundo. Uno, DOS, uno, DOS.
Los pasos estaban cada vez más cerca. Si se estuvieran alejando hubiéramos empezado a burlarnos, a reírnos exageradamente de chistes sin mucho cerebro y con poquísima gracia, pero que servían para disipar un poco esa sensación de miedo o respeto que tanto nos avergonzaba admitir. Si se estuvieran alejando... Pero no.
Finalmente la puerta del salón se abrió, y entró un pie calzado con un zapato negro, brilloso, impecablemente lustrado, y con una plataforma un tanto más alta de lo normal. Luego ingresó el otro pie, con el otro zapato, cuya suela era más delgada. Y sobre esos zapatos dispares, un pantalón gris, planchadísimo, una camisa blanca escondida dentro de un pulóver negro con rombos grises y olor a lavandería; y una cara de tez blanca, fría y quebradiza, una pequeña boca de labios delgados y sangre coagulada, apretados en un gesto de silencio, como si no practicara con demasiada frecuencia esa cosa rara de hablar… Arriba, el pelo engominado, pulcramente peinado hacia un costado, resistiendo la edad que las arrugas de los ojos delataban, y la calvicie que las entradas en su frente prometían...
Y esos ojos… esos diminutos ojos negros, secos, apagados, bajo unas finas cejas; rectas, severas…
¿Cómo podía tener alguien una mirada así? ¿Qué podría haber hecho, qué podría pensar, qué podría desear con frecuencia para que toda su cara termine teniendo ese aspecto…?
Me daba asco. Siempre haciendo que la gente se apartara cuando él pasaba, o se callara, o se quedara quieta, o simplemente se incomodara; incluso si no estaban haciendo nada malo. Hasta los mismos profesores cambiaban de actitud cuando lo veían. Las sonrisas sinceras se transformaban, al verlo, en gestos de simple cortesía forzada.
Yo tenía buena conducta y me iba bastante bien en las materias, pero por más que no tenía nada por lo que me pudieran cagar a pedos, igual me ponía nervioso cuando empezaba a escuchar ese uno, DOS, uno, DOS…
Todo eso fue haciéndose más sospechoso cuando empecé a participar en la movida para que en mi escuela volviera a haber un centro de estudiantes. Fue ahí cundo se fueron dando situaciones en que él me miraba al pasar, con esos ojos de mierda y ese puto uno, DOS, uno, DOS…
Viejo alcahuete.
Un día estábamos en el salón con unos compañeros hablando con la preceptora, y por algún motivo que no me acuerdo, salió el tema de lo incómodos que nos hacía sentir el tipo. Era la primera vez que hablábamos de eso, no sólo con la preceptora, sino entre nosotros mismos, y eso que veníamos cursando juntos desde hacía varios años, además del hecho de que la mayoría de mis compañeros eran pibes muy curtidos por la vida, con mucha calle y sin demasiadas susceptibilidades. Hablar de esa cuestión me pareció preocupante, porque significaba que yo no era el único que pensaba estas cosas.
—Lo torturaron, chicos…- nos dijo- Lo agarraron los militares, y lo torturaron, a él y a otros compañeros suyos, que militaban juntos. Les hicieron de todo para que les den nombres de otros estudiantes. Él se tragó todo para que no cayeran más pibes. Le mataron en frente a todos sus amigos.
Ahora, que lo tenía de frente otra vez, sabiendo lo que sabía de él, pero dudando de si esos zapatos ortopédicos eran previos o posteriores a su secuestro, miré con otros ojos el pantalón planchadísimo, el pulóver con olor a lavandería, y esa boca de labios delgados...
y apretados
de tanto practicar
silencio...
 












[Foto: La Primera Piedra


Unknown

Sobre el "Autor" (ponele)

Soy Pablo Ríos. Estudio Comunicación Social, me especializo en podcasting y realización audiovisual; y me estoy introduciendo en el mundo de las narrativas transmedias. Escribo en éste y otros dos blogs más: “Unos Pibes Reflexivos” y “Heroína Poética” (.blogspot.com). Si te copa quedar en contacto, buscame en Twitter e Instagram como @riospablojavier.

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