Reyes Magos las pelotas

by 4:06 a.m. 0 comentarios



Las monjas del barrio decidieron aprovechar la casa que les habían donado para usarla como sala de velatorio comunitaria.
El negocio no tuvo mucho éxito: la mayoría de los tiroteos no dejaban muertos, sólo impactos de bala en la puerta de alguna casa puntual como señal de que tenían que irse a vender merca a otra parte; y sólo muy de vez en cuando quedaba algún rengo, pero eso ya era curro para los fabricantes de muletas.
Después de un par de funciones a cajón cerrado y con muy poca concurrencia, decidieron ver si ese diminuto grupo de creyentes menores de 60 años tenía un mejor plan para la casa, y sí, efectivamente lo tenían. Era una idea bastante sencilla, pero convocante, aunque tampoco era muy difícil superar a la anterior.
Pintaron el inmueble con colores vivos, sacaron la cruz gigante clavada arriba de la puerta y pusieron un cartel bastante esmerado que decía “Casa de Jóvenes”. Quedó un lugar más atractivo y menos eclesiástico, quizás lo primero debido a lo segundo.
Había gente todos los días, principalmente por la tarde, y más que nada los fines de semana, cuando venía un grupo de chicos.
De otro barrio, los chicos. Lo llevaban en la ropa, y en la boca. Sobretodo en la boca.
Al principio les decían “los chetitos”, cuando todavía nadie se aprendía sus nombres, y cuando se los miraba con desconfianza. Y cuando todavía eran varios…
Recibían una ayuda económica por parte del sacerdote de otra iglesia, para incentivar la participación de pibes de otros barrios en actividades no estrictamente religiosas.
Cocinaban para los chicos de la zona y organizaban juegos para que pasen la tarde, y también les ayudaban con las tareas de la escuela.
Empezaban a ganarse el afecto de la gente, cuando el grupo de organizadores empezó a desintegrarse. La repentina interrupción de la ayuda económica que recibían los dejó con cada vez menos recursos para sostener todo lo que acostumbraban darle a los pibes.
—Esa casa no seguiría si no fuera por ese pibe- decía mi viejo sujetando una bolsa blanca entras las manos, mientras un enjambre de nenes nos rodeaban locos de alegría con juguetes recién sacados de sus envolturas-. Ese pibe y la otra chica, que no sé si será la novia o qué; ellos hicieron todo.
El pibe en cuestión era uno de los que arrancó el proyecto y es hijo de un reconocido cirujano del hospital Cullen o del Iturraspe, ahora no me acuerdo.
El loco, que estudia medicina y saca de su propio bolsillo para financiar todas las actividades en la Casa de Jóvenes, quiso para estas fiestas regalarle a los chicos unos juguetes, y un mate a cada comerciante del barrio que le hizo descuentos durante el año para que él pudiera cocinarles a los nenes y ayudarles con materiales para la escuela…
—Qué bárbaro, che… Hay cada historia…!-decía mi viejo, mientras metía la mano en la bolsita blanca y sacaba un robusto mate-. Pero mirá, qué belleza… -y mientras desviaba la vista y esbozaba una tímida sonrisa, añadió-. Justo el tipo de mates que te gustan a vos… Y yo no te regalé nada todavía… Felicidades.



Unknown

Sobre el "Autor" (ponele)

Soy Pablo Ríos. Estudio Comunicación Social, me especializo en podcasting y realización audiovisual; y me estoy introduciendo en el mundo de las narrativas transmedias. Escribo en éste y otros dos blogs más: “Unos Pibes Reflexivos” y “Heroína Poética” (.blogspot.com). Si te copa quedar en contacto, buscame en Twitter e Instagram como @riospablojavier.

0 comentarios:

Publicar un comentario